Archivos Parlanchines: Novia de América en La Habana
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La Novia de América, Libertad Lamarque
Libertad Lamarque, esplendida, señorial, dueña de las pantallas de los cines y de unos tangos que la gente amó con locura, arribó a La Habana en enero de 1946 y, a pesar de que el año recién nacía, muchos periodistas y admiradores se atrevieron a asegurar que sería ese el acontecimiento artístico de la temporada. Y no se equivocaron.
El recibimiento de la famosa, de 38 años, fue de tal magnitud que el auto descapotable en el que hizo el recorrido, acompañada por Amado Trinidad, el jerarca de RHC Cadena Azul y de su esposo, Alfredo Malerba, compositor y pianista, interrumpió el tráfico de la ciudad más de una vez.
“Atravesamos en auto la ciudad, que no pude ver, por estar atenta a los balcones, terrazas, puertas y ventanas donde la gente recibía jubilosa las informaciones en la radio sobre el paso de la caravana”, rememoró la actriz años más tarde.
Libertad Lamarque escribió después en su Autobiografía: “Durante el mes en que permanecimos en La Habana pasamos de un agasajo a otro… nunca hemos podido olvidarlos”. Por aquellos días, además, la argentina entró en contacto La Única, Rita Montaner. El abrazo de estas dos mujeres mágicas fue noticia en los diarios por años.
Según cuenta Leonardo Depestre en su libro Artistas en la memoria, la diva debutó en la noche del día 7 en el Estudio Gigante de RHC Cadena Azul, la empresa contratante, en el que interpretó algunos de sus más sonados temas como “Caminito” y “Besos brujos”.
No obstante, lo mejor estaba por llegar. Cuenta Ramón Fajardo en Rita Montaner: testimonio de una época que días antes de su debut en el Teatro América, la intérprete solicitó a los cubanos acompañantes el nombre de algún tema que gustara muchísimo a la gente.
Entonces, la joven encargada del camerino sugirió “El tumbaíto” cuya letra hacía referencia a que en Cuba estaba escaseando el jabón de lavar la ropa en esos momentos.
Así contó la Novia de América lo que sucedió en su estreno en el América:
“Luego de dejar que disfrutaran de todos mis tangos, valses y canciones, la orquesta abrió un paréntesis interpretando ‘La comparsita’. Mientras esto ocurría, yo cambié mi traje de noche por una bata de larga cola, despampanante, cubanísima… (me la habían prestado)”.
“Al terminar mi descanso, entré triunfalmente en escena meneando la cola, bailando y cantando ‘El tumbaíto’, provocando en un primer segundo un desconcertante silencio que yo aproveché para gritar: ¡Ño!, ¡un muerto! ¡Ay mamaíta que me da el santo!”. Al otro día, la prensa aseguró que me había ¡botado pa’ el solar!”
Cuentan los cronistas de la época que en el América la rioplatense también arrancó muchos aplausos con el “Facundo” del cubano Eliseo Grenet, sin embargo, las funciones fueron agotadoras, pues eran diarias y dobles. Incluso, la última, la del domingo 20 de enero, fue nada menos que triple.
A la fiebre de tangos se sumaron, asimismo, las casas disqueras, las cuales realizaron grandes ventas en esas fechas, aprovechando que este género siempre ha tenido mucha aceptación entre los cubanos.
Antes de concluir su gira habanera, la intérprete se presentó en el teatro Fausto, situado en el Paseo del Prado, como parte del elenco de la revista “La cabalgata del circo”, codirigida por Mario Soffici y Eduardo Bonero y protagonizada por Hugo del Carrill, un galán argentino famoso de ese tiempo.
Tras su visita a La Habana la cantante se exilió en México, porque en Argentina se le cerraron todas las puertas por su enemistad manifiesta con la actriz Eva Duarte, quien tomaría el apellido Perón tras casarse con el presidente del país.
Pasados diez años, en agosto de 1956, regresó Libertad Lamarque a los predios artísticos nacionales para realizar presentaciones por dos semanas.
Ya tenía 47 años, era una mujer madura, pero era la heroína de películas que jamás se borrarán de la memoria fílmica de Latinoamérica: “Madreselva”, “En el viejo Buenos Aires”, “Gran Casino”, “Te sigo esperando”, “Soledad” y muchas más, filmadas en Argentina y en México.
En realidad, en los escenarios que se presentó exhibió las mismas virtudes de siempre: una voz formidable, afinación, estilo y repertorio, las cuales le dieron una merecida notoriedad.
Algunos, la consideran como la máxima figura femenina del tango a nivel mundial.
Durante sus 76 años de carrera profesional, Libertad Lamarque apareció en 65 películas y en seis telenovelas en las que se ganó el calificativo de “Reina del Melodrama”. Muchas de sus películas se vieron en los cines habaneros. Falleció en diciembre del 2000 en Ciudad de México. Pero, nunca ha dejado de ser recordada. Siempre será la Novia de América.
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